¿Tomasa, Mª Jesús, Beatriz? Has de
disculparme no recuerdo bien tu nombre. ¡Sí!, me viene tu rostro a veces,
siempre con una sonrisa. Tu pelo, ¿rizado?, ¿enmarañado?, ¿negro?, ¿rubio? Va y
viene la imagen según que día. Tus dientes blancos, eso sí. Tus labios cálidos
buscando ser prisioneros, ser liberados en juegos de noche entre los chopos,
buscando brisas. Tímidos besos imaginados. Paseos largos, ningún paseo. Frases
concisas entre silencios. Tu falda negra. La mano blanca, el brazo moreno.
Enaguas blancas. ¿Era un pueblo?, ¿ciudad?..., ¿Dónde era?
Una mirada a tus ojos
color caramelo y al pronto fueron verdes.
¿Un fin de verano?,
¿un comienzo de curso?, ¿una despedida sin adiós?, ¿un adiós apresurado de los
que con el tiempo terminan por doler?
¡Y calor!, entre
nosotros música que nos separa.
En un momento, tal
vez mañana, te escribiré
Judimendi quince de febrero de dos
mil doce
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