Y junto a mí,
la senectud sentada
oliendo a lavanda y ruperta
batiendo alas,
la senectud sentada
oliendo a lavanda y ruperta
batiendo alas,
la vida se le
escapa
por las rendijas del corazón.
Las manos juntas, en el regazo,
sujetan la tarde de este otoño.
Donde el frío se presta a llegar pronto
para expandir su melancolía
entre nosotros.
Apenas pelo, sin cejas,sujetan la tarde de este otoño.
Donde el frío se presta a llegar pronto
para expandir su melancolía
entre nosotros.
arrugas junto a los labios
y un rictus en ellos triste
de ausencias y soledades.
Ya son cerca de las sietey un rictus en ellos triste
de ausencias y soledades.
y no
reparo en sus ojos.
Me alejo despreocupado…
Iglesia del Prado el doce de noviembre de dos mil once
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