El
juego, la cercanía, el sueño, …
En
un instante, ir y depositar calor de años en tierra fértil,
desprender la intimidad precisa en el momento único, en el instante
precioso de la primera vez.
De
blanco y rosa visten las huellas que hoy se confunden en un abrazo.
Se sopesan a oscuras, apenas susurran, se acomodan sin darse cuenta,
se entienden al descubrirse, sin respirar, muy lentamente.
Ellas
encima, dibujan líneas entre mis dedos, descansan tibias como el
litoral del verano, de suaves vientos, asustadas pero sin miedo, se
dejan ir y se aproximan a un mismo tiempo.
El
juego, común y amigo dentro del sueño ...
¿De
que color? Tal vez, de un cielo.
Judimendi
el veintitrés de abril de dos mil doce
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