Cuando
aparqué el automóvil al caer la tarde las primeras estrellas habían
comenzado a brillar, las más jóvenes me contemplaban curiosas.
Entre las chimeneas el horizonte aún me brindaba una pequeña
luminosidad. El relente hizo que me abrigara con el cuello de la
americana. Estaba junto a la entrada de la bodega entre cardos y un
banco de madera viejo de mil soles que aguardaba apoyado en la
chabola de adobe tiempos de tertulia y conversación.
Salió
Juan Pedro “el joyas”.
-No
me lo explico, de veras, todo ha sido muy rápido y extraño-. Le
titilaban los ojos.
Nos
abrazamos antes de entrar.
Recostado
en el primer vano de la empinada escalera estaba Ledo “el fanta”.
Sus ojos muy abiertos buscaba la luz amarillenta de la bombilla
inútilmente. Una barra de hierro le atravesaba la garganta como el
alfiler a una corbata. Reparé que en la mano asía una cartera de
cuero negra en el que destacaba el escudo de su club de golf.
-No
pude quitársela-, dijo Pablo “el moli” que acababa de subir.
Le
puse en el rostro un pañuelo de lunares blancos que apenas lograba
taparle por entero la cabeza y saltando por encima del cuerpo inerte
continué bajando hacia el interior de la bodega.
En
la esquina de la mesa de roble alargada que hay junto al tino del
vinagre sentado en una silla, Tello “el culatas” escribía en un
folio.
- ¿A
cuanto tocamos?, dijo. Y a continuación subió sin más bodega
arriba. Fue lo último antes del ruido. Es como si … hubiesen
primero arrastrado cadenas y luego el chirrido de la puerta metálica
de la entrada, me explicaba al punto Juan Pedro “el joyas”.
Tello
“el culatas” de un trago se bebió un campano de clarete como si
tal cosa, se caló las lentes y leyó despacio :
-Primero.
Ledo “el fanta” está muerto desde las nueve de esta noche.
-Segundo.
Los presentes no le oyeron pedir auxilio. Solamente unos ruidos y la
puerta metálica al cerrarse.
-Tercero.
La cartera de los dineros permanece agarrada tras horas después en
su mano.
-Cuarto....
-Bueno
, aquí está la cartera. He logrado quitársela. Y nos la mostraba
Pablo “el moli” desde la escalera.
Tello
“el culatas” la abrió. Mojó el pulgar en la comisura de los
labios y contó los billetes.
-¿Tocábamos
a quince euros?. ¿No?. Y se los dio a Juan Pedro “el joyas”.
-Ahora
ya está todo bien, dijo desde el fondo Bernardo “el moreno”
echando un leño al fuego que levanto pavesas y humo.
-Toma
pónsela de nuevo en la mano. Y continuó leyendo.
-Cuarto....
La
cabeza me comenzó a dar vueltas , apenas escuchaba como Tello “el
culatas” seguía leyendo entre trago y trago lo sucedido. El sopor
y un sudor frío al tiempo me iban despachando la consciencia.
Sonó
el despertador a las seis de la mañana de un lunes del mes de
noviembre. Mientras me afeitaba traté de acordarme de lo soñado y
al no lograrlo solicité inmediatamente al enano buscara en la
estantería de los sueños algo para poder contar en el café de las
diez y cuarto a Vicente “el plumas”.
Judimendi diecinueve de octubre de dos mil once
Muy bueno. Engancha hasta el final.
ResponderEliminarSaludos.