Cualquier persona que alguna vez haya
utilizado una impresora sabrá lo que significa aquello de “la rebelión de las
máquinas”. Siempre he pensado que si en alguna ocasión tuviese lugar una
revuelta organizada por electrodomésticos en contra del ser humano, sería una
impresora la encargada de liderar las movilizaciones.
Pueden que no estén
vivas, pero hay algo en sus circuitos que les hace sublevarse contra nuestra
vida cotidiana una y otra vez.
Desde que tengo
ordenador, he tenido ocasión de convivir con tres de ellas, y si no fuese
porque conozco el nombre de la marca, pensaría que las siglas H.P. presentes en
su carcasa se refieren a otra cosa.
La primera que tuve
se ponía en marcha sin previo aviso moviendo las palancas de manera descoordinada
al tiempo que sus luces parpadeaban sin parar. Esos ataques de locura
electrónica solían coincidir con momentos en los que yo estaba enfrascada en
algún texto frente a la pantalla del ordenador o preparando algún trabajo para
entregar al día siguiente, así que mí ruidosa impresora estuvo a punto de
provocarme un paro cardiaco en más de una ocasión. Después de aquellos sustos
solía imprimir alguna hoja con signos indescifrables que a saber si no
llevarían alguna amenaza encriptada.
Mi segunda impresora
parecía inofensiva hasta que cogió la costumbre de devorar los folios sin
miramientos. Lo que comenzó como un fallo esporádico se convirtió en una
especie de metamorfosis que acabó convirtiendo a mí impresora en una
trituradora de papel. Le encantaba destrozar mis documentos en el momento más
inoportuno hasta que un día se atragantó con un papel y no hubo marcha atrás.
Eso sí, murió con las botas puestas.
Así que fue
sustituida por mi impresora actual, un artilugio híbrido (impresora + scanner)
que parece inofensivo pero que tiene la manía de quedarse sin tinta cuando más
lo necesito. Yo por si acaso la desconecto cuando no estoy haciendo uso de sus
servicios…nunca fiando.
Si alguna vez llega
el día en que las máquinas comiencen a amotinarse al unísono no olvidéis
desconectar del enchufe vuestra impresora… por si las moscas.
Claudia López de Viñaspre
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