15 septiembre 2015

Una tarde con GERTRUDE en EL ARTIUM


 

 

 
 
 
    Cuatro personas más una chiquita que debe de ser la ponente, o lo que sea. De la mochila saca un montón de libros y al parecer todos de Gertrude Stein. De unos tomos de la biblioteca selecciona a Cezane. Ana Arregui. Gertrude Stein. Se dialoga sobre la escritora y el entorno donde se desarrolla la acción. 1900 - 1933 el mundo pictórico de la época. Texto. ¿Novela? El título plantea una contradicción. Rasgos de su escritura, narrativa descriptiva, narrativa visual. Leeremos más tarde otros libros. Pasamos a "Guerra que he visto"(*). Tiempo parado por autobiografía. Narra, descripciones, a partir de escenas de la memoria. Intranscendencia, cotidianidad del texto. Es un ¡Hola! de la época en un mundo especial. Es como ver una obra cubista. Ruptura en el arte desde Cezane a Flowers. Es su artista predilecto. Le inspira sus últimas acuarelas. Ella al parecer era culta, rica, y además norteamericana. Élite. Que más quería ¿no? Aquí una lectora quería ser como ella. ¿Y quién no?, comenta la otra. Volvamos a los genios y sus vivencias, los porqués les inventamos nosotros. Búsqueda por la representación del lenguaje. Borges y el solar de lo imposible. Difícil de leer, defensoras de la irrepresentabilidad, de la realidad en el tiempo. Borges respeta y controla las reglas del relato. Polvo y tiempo. No somos nada, ni nadie diría yo. Rompe la lógica de la narración.

(*) Escribe  de lo que ve. Escribe en inglés. Ella pagó la edición y escribe un inglés rígido y distinto a lo cotidiano. -"Usted no entiende el inglés que yo quiero escribir". Hay que  esperar al final para plantearse quién escribió en realidad la autobiografía. Contradicción en sí.

 Antes Paris, Alice, vaguedades, conocimientos. Tres páginas de Gertrude Stein. Los tres genios, Picasso, otro y yo. 1907. ¿Recurso literario? ¡No!, no lo es. ¿Es un diario? Tampoco. ¿Qué es? Es un homenaje a si misma. ¿Quién es quién? La crítica dice de todo. Juegos fáciles mezclando nombres. El sujeto doble, pareja hasta el último suspiro. Un regalo amoroso. ¿Los intrusos del Artium? Se supone que murió ingresada pero no loca. En el tiempo se sintió querida por la vanguardia. Hablamos de Camile Clodet. El texto es repetitivo. Para leerlo hay que conocer su estilo. El relato es desordenado, escenas por planos repetitivos.

 Ídem, ídem, ídem en la escena con personajes, no estando mediatizada, variopintos al menos, desordenados. Su escritura es así siempre. Le cuesta escribir y más, al parecer, cuesta coordinar lo escrito. El círculo donde se mueve, su entorno, no le supera, viste el entorno, habla el entorno y los tipos. La vanguardia. El Artium, el arte, la pintura. Continuareis sin mí, creo.

 Eje temporal, planos en la construcción de la realidad. El equilibrio para auto biografiarse. Tercera persona del yo en el subsconciente. Lo dado, lo negado, lo no pedido. Un regalo, un punto de no retorno. El albor de la primera guerra mundial. Fotografía y pintura. Lo dicho, un punto de no retorno, una conferencia de conclusiones nacientes. Vanguardias del dieciséis al dieciocho.

 Terminaremos pronto, vaticino. Leemos a los cubistas hablando. Adiós Ana, adiós.

 

                          Vitoria dieciséis de febrero de dos mil nueve

El final de Borges


                                                              


 

 
 
  Vamos a contar mentiras, de dos en dos, y a temblar porque lo normal es hervir, bullir, enfundado en una camisa de cuadros rojos y blancos, de mantel, de merienda con vino tinto. A lamernos al lado del rio los dos juntos, el lapicero amarillo y negro a medio consumir y el bolígrafo sin funda de plástico azul transparente. Y si tienes necesidad dobla el cuerpo hasta que te duela y cobren vida topónimos y antónimos. Fuiste así doliente por un instante. Los dos superpuestos, el ánima, el aliento, el soplo cubano junto a la parroquia de San Nicolás, cincel y martillo, viruta y garlopa.
  ¿O eras tú? Distorsionada en el calidoscopio fabricado en verano exenta de seda, envuelta en mariposas como rebaños de erizos perezosos. Eras tú exactamente, de pies pequeños, tardía como el porvenir del día, voladora y tal vez invisible. Porque sonreías, sueños preñados a pares dentro de los siete años, subida a higueras de fiestas, de procesión, de sangría fresca con la barra de hielo incorporada. Eras la fiesta misma contada tras el verano. La docena del texto era visible, de oro.
  Corté leña y lobos hasta la eternidad.
  Pasado y presente los dos doblados en el lecho que abrasa. ¡Ay! riacho seco. Con la precisión de un reloj al llegar la noche nos arrastramos hasta las ocho, dentro de un folio, y nos quedamos dormidos. Entre jinetes y castillos nos castañean los dientes; el viejo jergón nos encogió hasta la aurora y al momento el hilo de luz penetró en el muerto insistentemente. El alma fue afilada, hasta el acero frío se arrodilló a nuestro lado. Satán sin miedo está loco.
  No necesita luz el lector. Ábrete al pánico para mostrar miedo. Todos lo hemos entendido, toma nota.
  Y sigue el cuento-monólogo repetido en el círculo apaisado mientras tiemblas alejándote. Acabar cuanto antes y no repetir. Dos cigotos, dos círculos, el uno en el interior del otro, despistando la idea.  La cabeza rodó en la nieve. La parte superior de la pared crema decorada con círculos, la inferior gris; las dos,  entre la línea de tus ojos.  ¿O mantel de cuadros rojos y negros? Un DVD al lado justo del bosque o fuera de él, en lo oscuro, en el punto medio. Los dos, ellos mismos, esperando el austero asunto. Pensaremos ¡Ay codicia! Que nada es gratis.
  La mano se cerró sobre el cuello y el anillo negro mancó hasta conseguir el grito protagonista y más tarde descansó. Ella espera, mohín joven, sensual, de labios rosa pálido seco, el  final. No me espera. Brama. Ambos, sobre la luna tendidos, nos buscamos sin hallarnos. Vamos a morir junto a Odín. Ahí termina la historia, no hay más, porque hoy es martes y en el dobladillo de la sábana sobresalen hilos de lino que nos delatan.                                             

           Judimendi doce de noviembre de dos mil trece