18 enero 2014

Un regalo de Navidad

   
                                        

        








  Te voy a regalar un pueblo ¡bella dama! Pequeño,  como la cáscara de una nuez abierta boca abajo, del tamaño no más grande que la palma de mi mano. Rodeado,  de choperas que le dan frescor en el estío, de palomares vigías del ausente y eras regaladas con sus trillos. El color del pueblo que te ofrezco es el de las avellanas frescas del levante antes de dormir al lado del olivo. Los muros de sus casas son de barro y paja y en sus tejados bajos sobresalen, como centinelas,  chimeneas de cal blanca que sortean las golondrinas con sus trinos en verano. En la plaza solo el susurro del agua de su fuente y junto a la ermita un ciprés soldado desde siempre. En su  cielo siempre estrellas  y en sus calles se pasean galanes los perfumes de jazmines, jacintos y azucenas, junto al del pan blanco recién horneado. Son sus habitantes sencillos, de franqueza rancia y   sonrisa abierta, alegres cada día.
     Si lo aceptas, guárdalo como un tesoro junto a tu pecho pues te lo di,  en un descuido, casi al caer la tarde.


A Blanca


        Vitoria el diecisiete de diciembre de dos mil trece



12 enero 2014

Retazos solamente




   



                Que mis veranos se acaban siempre,
                        cuando las olas de pronto paran
                        y las carrascas pierden el parque,
                        para alejarse de tu mirada.

                        Desenhebras instantes recorridos,
                        mientras sonríen las palabras
                        aprendidas paso a paso junto a ti,
                        en el camino de la corta vida.

                        Retazos, solamente son retazos
                       




                         Vitoria doce de enero de dos mil doce

02 enero 2014

El calzado de Julia

   
                                         





  





  Suena un villancico en la habitación amplia de Julia Alba mientras su padre lanza el último estertor en el clínico municipal. La acción se repite en la sala de espera del velatorio. ¡Clic-clac! Los zapatos de Julia mastican el parquet dando dentelladas y mordiscos al tiempo. Son de cuero negro y lengüeta corta. Todos permanecen expectantes. Llega un ramo de flores que se deposita junto a la mesa de caoba donde bailan caramelos de diferentes colores. ¡Vamos a tirar zapatos al aire!
  Se reza el rosario. Las letanías son sonrisas fingidas de centímetros medidos al tuntún. Era divertida la escena. La carne de los pies de Julia pertenecía a su edad universitaria, blanca y sin descosidos. La estola negra multiplicaba su escote como una sábana de cine de barrio o una orquídea manoseada en un rincón por hombres conocidos. Un mandoble al cielo, ahora gris, desgastado apenas nace en el horizonte de la tarde de mitos y gorilas. Ruedan las cuartillas en diagonal escalando hasta New York.
  Todos los policías corren tras el féretro que se pierde tres manzanas más abajo. Tu, yo, las botas vetustas, hermosas, raídas, de motero con melenas de colores y uñas negras, olivas negras donde anidan hucheando lechuzas insustanciales, cazadores de bosques confusos y talados.
  Los caminos se pierden tras la iglesia de Hontanas donde los ecos ceden tras las lomas y la lluvia. Los amos son el otoño de las hayas y los vientos enredados en la mochila. Hay que apretar el acelerador de la máquina, de la intriga y el miedo hasta perder la noticia, el sentido y la lujuria.
  La mujer dentro de su cuerpo y Julia alejada del mostrador con el vaso, el hielo, el mambo, todos en uno. El salario asesino abandonado junto al camposanto. Allí el cortejo delega la propiedad y se dispersa. Las imágenes muestran la mandíbula desencajada de la holandesa desaparecida en el osario de los rumanos amigos herederos de incognito. Las zambombas en la radio suenan aflautadas como locas hambrientas de fiesta. Cuando comienzan los cuchicheos se detiene la tarde y comienza la broma.
   Julia permanece despierta a pesar de todo.



     Judizmendi veintiséis de noviembre de dos mil trece