24 marzo 2012

Al sastrecillo

 









Sastrecillo mio, me dice el anónimo vecino que tuviste, el valiente más sonoro de la localidad, que fuiste para él desde aquella tarde ya lejana que pasaste a su lado y le rozaste sin querer. Y aquí para hoy rendido en desigual lucha, pidiéndome te escriba la nota que me dicta entre el rubor y la desdicha. El atribulado alguacil, dicho su oficio queda, descansa poco y mal desde aquel día y no es necedad decir que laten fuertemente y en igual medida su corazón y gallardía, mientras atentamente bizquea ante los garabatos para él desconocidos de la pluma que mi recta mano sostiene, para manifestar sus sentimientos hacia vos a través de la nota que le escribo. Rendido considera, abierta su alma que profusa sangra mientras clama, en la esperanza de que sea redimida por vos y compartida.


17 marzo 2012

Seleccionate tú si puedes













Te abriría sumiso.
Con lentitud desharía el lazo que circunvala tu entorno por ver, si acaso, como tu transparencia se perpetua en años y acude hoy a mí para trasgredir el pacto sencillo con el pasado omnipresente.
Y no lo hago respetando canas y condiciones.
Te dejo para otro rato donde tal vez el roce de su mano, que desconozco, produzca amor filial y eterno. En ese instante, justo al momento, encenderé su llama.
Que en paz descanse.
Recorreré sus pasos, me esconderé muy adentro, pronunciaré su nombre que a veces siento y tal vez juntos, nunca olvidados, descubriremos que los años de nieblas se han disipado.


 



Nueve de diciembre de dos mil nueve

04 marzo 2012

¡Pim Pam Pum!


    






   En la estantería de madera de avellano resbalan de la hoja de aquel libro.    ¡Pim Pam Pum!

Caen sobre el polvo tres trocitos de cielo, tres puñaladas, tres pedazos de pan tierno, tres noches oscuras, las tres estrofas más bellas de un poema de amor, ¡Pim Pam Pum!, y son trasportados acariciando el aire suspendidos en el rayo cálido que oblicuo ilumina la gran estancia, y salen de ella silenciosamente ... al cuento.

  ¡Pim Pam Pum!    ¡ Pim Pam Pum!.

Entre molinos blancos sin aspas, surcos de vides en flor, tobosos y jumentos inocentes atraviesan La Mancha y cruzan por Despeñaperros. Altozanos de olor a jara, encinas vigilantes y aceitunas verdes y moradas les reciben. El Tempranillo les saluda cerca de las Ermitas donde brillan las estrellas y relucen las facas al amor de las hogueras.

En Medina Azahara resguardados del aire frío de Cerromuriano ven los amaneceres rojos, la campiña, al despertar cada mañana, nueva, crecer y morir. Y solo cuando la capa del sueño cubre la tierra cierran los ojos y permanecen en años de duermevela.

Por el puente de San Rafael cruzan el Guardaquivir, se dirigen a la noria centenaria y entre los juncos ponen su cuerpo desnudo al sol; tumbados en la hierba fresca sujetan sus vergas erectas dirigiéndolas al cielo y se masturban lentamente y sin prisa. Permanecen años limpiando el cauce de ovas con su sudor, su esperma y su desesperación.

Callejean por la Judería entre sus casas blancas, sus patios de rumores permanentes de aguas cristalinas, de olores a jazmín, a geranios y a galán de noche. Y en el ala oeste del Patio de los Naranjos junto a las adelfas blancas escuchan al caicin la oración acurrucados e inmóviles.

En las Tendillas frente al Potro con su, sombrero gris claro con lazo negro, camisa blanca con chorreras almidonada, pantalón negro ceñido, chalequillo campero y  botas oliendo a cuero, beben un Moriles oloroso, rubio vegetal de uva rancia, fresco y tibio a un tiempo, y comen jamón, jamón curado en la Sierra de Trévelez.

Paseando por Duque de Rivas entre filas de naranjos amargos y limones verdes, camino de la estación oyen los silbos y espantos, bufidos y llantos, del trenecillo de Almorchón.

Y llegan a la Segunda.

Tras las candilejas junto al telón frente a cuarenta sillas de madera con respaldo gastado y un foco envuelto en celofán rojo toman a la moza. ¡ Pim Pam Pum !

Tres bocas abren tres bocas, se aprisionan labios y se abren tres bocas, tres. Se llenan las lenguas de sabor a canela, se beben el hinojo de sus papilas, se chupan sus lenguas, se respiran en cada beso. Bocas impregnadas en mermeladas de fresas que se contorsionan, se reconocen y contorsionan, como priapos insaciables. Sus manos recorren los senos, acarician las aureolas escribiendo círculos en ellas con lentitud exasperante, culminando en el vértice donde los pezones, como dos rosas, se abren ansiosos. Juntan sus bellos púbicos al tiempo que la vulva reconoce al cipote, con movimientos suaves garabatea su clítoris, danzas tímidas, dulces danzas. Y luego el pene atrevido reconoce cada pliegue de su vagina deslizándose impetuosamente en ella y galopan unidos en un frenesí sin medida. Aprieta sus ingles en cada orgasmo insaciable rodeando el falo como una babosa de fuego. Se abren y cierran sus labios, se llenan de océanos sus entrañas, todas las noches del año hasta el alba.

  ¡Pim Pam Pum!, les despide por la Torre de la Mal Muerta.

Al amanecer entre algarrobos y madroños parten por Sierra Morena jugueteando entre el brezo y el romero. A lo lejos se pierden los bandoleros entre las encinas. Cruzan Despeñaperros, atraviesan los Campos de Criptana con sus campos amarillos, descansan en sus posadas en donde los pintadillos alegran las mañanas. Enaguas de dulcineas les despiden a lo lejos desde la miranda.

   ¡Pim Pam Pum!, y llegando no se lo piensan, … y atraviesan el cuento.

En penumbras permanece la estancia con su olor a siglos; abren bien los ojos, buscan arriba en las estanterías los lomos... ¡Si!, si ya ven . El Tintero, Carlos Muñiz. Y raudos entran en la página cinco.     ¡Pim Pam Pum!, arrugados, encogidos, permanecen en silencio en espera de que el rayo de sol del medio día se apoye en el libro y les caliente un poco.

   ¡Pim Pam Pum!.


 




Vitoria siete de marzo de dos mil diez