24 marzo 2012

Al sastrecillo

 









Sastrecillo mio, me dice el anónimo vecino que tuviste, el valiente más sonoro de la localidad, que fuiste para él desde aquella tarde ya lejana que pasaste a su lado y le rozaste sin querer. Y aquí para hoy rendido en desigual lucha, pidiéndome te escriba la nota que me dicta entre el rubor y la desdicha. El atribulado alguacil, dicho su oficio queda, descansa poco y mal desde aquel día y no es necedad decir que laten fuertemente y en igual medida su corazón y gallardía, mientras atentamente bizquea ante los garabatos para él desconocidos de la pluma que mi recta mano sostiene, para manifestar sus sentimientos hacia vos a través de la nota que le escribo. Rendido considera, abierta su alma que profusa sangra mientras clama, en la esperanza de que sea redimida por vos y compartida.


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