12 noviembre 2020

EN EL PASEO DEL PUEBLO

 

                                                        
      En el silencio de la noche apenas el cogollo elevaba su canto llamando amores junto al placer del mar; era hiriente, al tiempo bálsamo, quizás plegaria. Olía a galán de noche, a verano.

     El coro de las lejanas olas detrás del principal rozaban apenas las piedras de colores, nácar y miel las más, en un susurro interminable.

    Quedan a un lado dudas y disputas, descuidos y malicias, como ecos de frases precisas ya manidas. Poco ya importa en esta hora cuando el calor sofocante abandona y un frio húmedo te envuelve en un escorzo imposible y te avasalla. Rueda impreciso el afán y languidece el alma, mora en tu interior la desdicha vestida de un instante mostrándose indolente y vaga. 

    Entonces precisamente, en ese instante, el aleteo preciso y poligonal, el dardo a bocajarro, la fatalidad; una polilla se acerca demasiado a la farola y muere.

    Dolor de navajada para luego.

 

 

                Vitoria a siete de noviembre de dos mil diecinueve

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