26 noviembre 2010

El Espárrago

Sorbito a sorbito, hasta la última gota, sintiendo el fondo metálico y salado, tomo el caldo de los espárragos, una vez abierta la lata de conservas, y me lo bebo.   ¡Que frescor!
Los cojo uno a uno y los coloco en la fuente, dormiditos y juntos. Los visto de mayonesa y ya están, tan dispuestos.
Entre mis dedos, suaves y sedosos de un blanco lienzo moreno.
Traspasan acariciando los labios.  ¿Frágiles?  ¡¡No!!.   Fibrosos.
Se llena la boca de su carne. Los aplasto. Lengua y paladar en combate. Explosión acuosa. Poco importa el rubio vegetal que les acompaña. Dentro se depositan dóciles y fáciles de digerir. Volverán a la tierra sin grandes alardes. Más tarde, el ácido afectará mi nariz.

1 comentario:

  1. Muy bien Santiago, no te conocía en esta faceta de escribidor, mejor dicho; no te conocía en ninguna. Solo te distingía por tu porte serio, algo envarado, pero ahora que compartimos clase y aficiones, ahora que he invadido una parcela de tu intimidad, al leer algunos escritos (que tú nos dejas disfrutar), ahora te considero más cercano...
    Hasta otro día.

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