01 diciembre 2010

El Tejadillo


Le faltaba el letrero que puso Carlos un día de julio hacia el quince.
El tejadillo”.         Se vende.
Cada vez que bajaba del coche, para abrir el candado que colgaba, le observaba y sonreía. Era un tipo único, nervioso, de largos pasos descompensados. Tenía la rodilla derecha, desde el accidente, muy deteriorada.
Hoy se me antoja todo lejano cada vez que paso por allí a gran velocidad por la autovía. Suelo mirar y la veo, y le siento. No está el letrero. Fue una invención lo del letrero. Solo permanecen las grietas y el campo.
Cuando mandó al herrero Rufo, hacer la puerta, comentó que la quería de una pieza, - para vestir el campo. Y así fue. Tras ella solo cuatro cepas, cascajo y al fondo un almendro siempre a punto de morir.
Nuestras tardes de verano, nuestras noches,… y las estrellas. Multitud de ellas casi siempre. Charlamos muchos años al otro lado, como solo lo hacen los amigos del alma, sin prisa.
Hoy el candado aun permanece guardando no sé qué, tal vez cosas del alma.


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