28 marzo 2011

Pasado mio

Aquella tarde deambulaste triste por los paseos del tiempo entre la avenida central y nuestras cosas. Permaneciste oculto, tras la jornada y el luego, próximo al césped y junto al estanque pétreo de “La Fama”.
Te envío la comunicación, el reproche y la balada ausente y sin perfume, del hoy alegre. Y al aire doy paso lentamente por si quiere acomodarse ya, ante la ausencia de vivencias, en nuestra suerte. Perra, al fin.
También te envío las miguitas que con mimo recogí en ese instante, envueltas en pedacitos de cielo y de pureza, que he guardo tras el velo de las tardes junto al almanaque del trigal abierto en flor y las hojas de la vid amilanada.
Y cuando recibas el consuelo de saberte lejos de la separación, permanece alerta; y al instante desespera y llora por no habernos conocido.
Tuyo, y  … dígame,... luego.



                                             Veintinueve de octubre de dos mil nueve

24 marzo 2011

Las flores del desierto

"Todas las flores del desierto están cerca de la luz.
Todas las mujeres bellas son las que yo he visto, las que andan por la calle con abrigos largos y minifaldas, las que huelen a limpio y sonríen cuando las miran. Sin medidas perfectas, sin tacones de vértigo. Las mujeres más bellas esperan el autobús de mi barrio o se compran bolsos en tiendas de saldo. Se pintan los ojos como les gusta y los labios de carmín de chino.
Las flores del desierto son las mujeres que tienen sonrisas en los ojos, que te acarician las manos cuando estás triste, que pierden las llaves al fondo del abrigo, las que cenan pizza en grupos de amigos y lloran sólo con unos pocos, las que se lavan el pelo y lo secan al viento.
Las bellezas reales son las que toman cerveza y no miden cuántas patatas han comido, las que se sientan en bancos del parque con bolsas de pipas, las que acarician con ternura a los perros que se acercan a olerlas. Las preciosas damas de chándal de domingo. Las que huelen a mora y a caramelos de regaliz.
Las mujeres hermosas no salen en revistas, las ojean en el médico, y esperan al novio, ilusionadas, con vestidos de fresas. Y se ríen libres de los chistes de la tele, y se tragan el fútbol a cambio de un beso.
Las mujeres normales derrochan belleza, no glamour, desgastan las sonrisas mirando a los ojos, y cruzan las piernas y arquean la espalda. Salen en las fotos rodeadas de gente sin retoques, riéndose a carcajadas, abrazando a los suyos con la felicidad embotellada de los grandes grupos.
Las mujeres normales son las auténticas bellezas, sin gomas ni lápices. Las flores del desierto son las que están a tu lado. Las que te aman y las que amamos. Sólo hay que saber mirar más allá del tipazo, de los ojazos, de las piernas torneadas, de los pechos de vértigo. Efímeros adornos, vestigios del tiempo, enemigos de la forma y enemigos del alma. Vértigo de divas y llanto de princesas".

Mario Vargas Llosa

15 marzo 2011

Presente amigo


Zona A

Presente amigo :

Ni el zunzún, al darse el zuri tras libar la petra, se percató que el proco observaba calmo como el pavo ruante después de glugutear airadamente se acercaba al escudo de su americana como un guante. Y solo más tarde, cuando marcho la carra después de la representación del tiempo y quedaron los chillidos del nene y el chirlar de la madre, el espectador misterioso que fuiste desapareció. Fuiste culpable. Y ahora ante el revival epistolar en el que meces tu ventura yo descanso entre dalias y barbajas ajeno al barbotar de tu imaginación catarribera.
Come dellas, miguitas de hoy en día, esparcidas junto a mí hogaño y abiertas al hojear de robledos y castaños con los vientos mareros.
¡Ay! Hijo mío, mañana será viernes.


Zona B

Presente amigo :

Ni el colibrí, al marchar tras libar las flores blancas, se dio cuenta que el galán tranquilamente observaba como el pavo real con las plumas extendidas, después de cantar, se acercaba al escudo de su americana mansamente. Y solo más tarde cuando quitaron el tenderete del teatro, después de la representación del tiempo, y quedaron los chillidos del nene y el hablar atropellado de la madre, el espectador misterioso que fuiste desapareció.
Fuiste culpable. Y ahora ante el espectáculo del pasado epistolar en el que meces tu suerte yo descanso entre dalias y raíces frescas ajeno a las palabras entrecortadas de tu imaginación servil.
Come de ellas, miguitas de hoy en día, esparcidas junto a mi antaño abiertas al moverse las hojas de los robledos y castaños con los vientos del mar.
¡Ay! Hijo mio, mañana será viernes.


                                                                    dos de noviembre de dos mil nueve

08 marzo 2011

La fotografía

       
        Conocida es la gracia de gracioso y gracia que contiene mi cuerpo serrano, adquirida en  hilarantes momentos, por mor de conocidos que mucho me quieren y poco me conocen.
         En un pueblo dormitorio de los de Madrid hace poco, quizás tres años para más cuentas estando de visita en  casa de unos familiares acordaron que era conveniente conociera a sus amigos de viernes, bailes de salón y cenas. Y así aconteció que conocí a cinco parejas, de diversa condición y trato, que en común tenían el desenfado del fin de semana por todos esperado. Fue una velada de, pinchos y cañas, canapés y chupitos. Y en un instante, entre la cervecería y un puff, un tocayo de La Mancha, creo que de Tomelloso, propuso que al día siguiente todos nos trasladásemos a la capital del reino, oséase, Madrid,
         -"En el cercanías", como dijo Monse su mujer, "a ver una feria de artesanía en la arteria principal La Castellana”.
         Y así fue. Allí visitamos stands de bolillos, carteras de cuero, perfumes y jabones, trocitos de tela para el cuello, y... que se yo.
         -“A las dos en la estatua” dijo un tal Astudillo de Jaca, “cada uno a su aire”.
         Y allí en la estatua llegamos puntuales cada pareja y en un instante de confusión y pasando al pronto un joven, le dije :
         -“Monsieu, nos saca una foto por favor”.
         -“Si, como no”, dijo el de Lavapies.
         -”Colocaros todos, el ninfo nos va a sacar una foto”
         Y como los mismos ministros nos colocamos en dos filas sonrientes.
         -”¡Patata!”, decía Pepita.
         -”¡Clítoris!”, gritaba Alberto.
         -”¿Y la cámara...?”, insinuaba el pibe.
         -”Y yo que sé. Te pregunté y dijiste que sí”.
         El “chusmi” se mosqueó y largó de varetas. Nos quedamos compuestos y sin foto. Mi cuñado desde entonces no me habla. Santiago me lo recuerda siempre en cada viaje.       -”Tubo gracia la cosa”, dice. Y se monda de risa aún no sé porqué.



                          Judimendi cuatro de febrero de dos mil diez