11 abril 2011

Centón a Miren

                               
         ...Y abriendo por cualquier punto el libro fucsia nos recitó unos versos con su voz cadenciosa, infantil, titilante.
          No oí, solo me importó ella. Sonrío al pensar que dijo :
         -Os leeré esta poesía que me emociona... - , así era ella, un torbellino de felicidad a nuestro alrededor....Y nos prometió que a través de las palabras seríamos felices y desgraciados pero bien sabe ella que  solo los dioses pueden prometer, porque son inmortales.
      Fuera  el monótono monólogo de la lluvia tenía algo de xilófono y confidencia china.
      Puso frente a nosotros sus pedacitos de cielo seguro escogidos pensando, en un instante breve, singularmente en cada uno;  había veces en que los resultados de su procedimiento eran patéticos, y entonces dando un giro a su sonrisa nos desgranaba un comentario literario con la naturalidad de una Venus.
         Sabía que no era la protagonista de esa historia y se limitaba a ser una presencia llena de consejos acertados  y aún más acertados silencios.  Si queréis creerme, bien. Ahora diré como es ella, ciudad telaraña.  Un mundo hermoso donde sus calles se habitan sin recovecos y sus jardines huelen a violeta.  Bebe intensamente del agua divina  y nos la presta sin  disimulo, desprendiéndose de ella con naturalidad, como agradecida.
         A veces   siento estar desnudo frente a ti de improviso  pues aún tiempo apareces y te escondes desprovista de pétalos, y me pregunto porqué el rubor en las mejillas me sorprende tras años de indiferencia.
Nuestras ausencias  la ponían triste, eso sí. A veces se le formaban unas ojeras casi azules, pero se enojaba cuando yo le preguntaba si le pasaba algo.  Y sí le pasaba, porque era frágil como una bailarina de porcelana.
         Y sin poderlo remediar empecé a reírme cuando nadie hablaba ni venía a cuento, y me atraganté.  Ella sonrió a ambos lados de la mesa, su melena rubia permanecía en duermevela, se incorporó inquieta, respiró aire fresco de la ventana abierta, y continuó la clase apaciblemente.

Gracias a : 
Forges, Trapiello,Achaga, Mastrela, Calvino, JersicaTate,  Luzmaría, Benedetti, Laforet   
                                                                                                                                                                  En Judimendi el once de marzo de dos mil diez


1 comentario:

  1. Sí, yo también estoy de acuerdo con lo que dices de Miren. Yo también pienso que es Ciudad Telaraña y desde luego que su Agua Divina la presta agradecida, nuestra bailarina de porcelana fina.

    No firmo porque no me gusta esto de Internet, seguro que ya sabes quién soy, así que lo dejo aquí.

    Un saludo.

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