Que los recuerdos descansen en esta velada amena, que aún permanezcan dulces, que ¿porqué no? regresen ante vos a los que amo. Para daros el instante de gozo no sentido, el minuto de una joven confiada. Pues fue efímero, un ligero roce apenas. Y juntos doblemos la esquina de los sentimientos para dejarlos dormir un rato más.
En Judimendi a once de febrero de dos mil diez.
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