13 febrero 2013

Escribe


                                                                     


 



 
 
    Escribe como las líneas de la tarima que en perspectiva se escapan hacia el final del salón continuamente y se pierden siempre al chocar contra los muros, y retroceden y danzan, permaneciendo quietas  cuando se solicitan ausencias, desprendiéndose de los vestidos del tiempo.   Como Popy perplejo entre la juventud, perro al fin de mil lenguas, sumiso y ciego, incansable entre pinos y cedros, entre el nacimiento y la espera.

   Escribe de rosa pimpinela, de carnaval,  como las zapatillas aladas de siempre que reposan e inquietas a veces insinúan giros y verbos gramaticales en la noche de estreno.  Como el afilado y vertical palo que sujeta la justicia en el centro del alma mientras contempla el gesto, el reflejo de los ojos cuando  miran hacia adentro y traspasan tus canas.

  Escribe como el dintel de la entrada al templo del mundo, gris y ocre, adornado de molduras suaves pegadas al techo, con brochazos e instintos, al azar, desde donde el espectáculo de la vida y su movimiento apenas susurran.  Como el aire que mueve el abanico rojo de la pasión por mundos imaginarios y letras escondidas acariciando los cuerpos jóvenes de las bailarinas de tarde y café mientras esperan el amor, el movimiento y la música.

  Escribe perezosamente, en largo,  para después sorprenderse a si mismo. Idea, interior, y al fondo solo y siempre la luz




 Judimendi veinticuatro de febrero de dos mil once

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