08 septiembre 2011

En la estación de San Bartolomé










La historia cuenta lo que sucedió
la poesía lo que debió suceder...”



Ayer mismo, hace cincuenta años, Amando subido a la tapia de la estación con sus pantalones bombachos de tirantes y su camisa blanca arremangada hasta los codos nos esperaba impaciente. Miraba a ambos lados de la plaza esperando en vano nuestra llegada.
Era verano, lo recuerdo ahora, a la hora de la siesta cuando las calles vacías solían doblarse al sol.
En la mañana, en la ribera del río, habíamos tenido una discusión tras el chapuzón de las doce. Angelines habia tomado partido. Únicamente fue un leve roce en el brazo el que causó el enojo entre ambos. Su cara enrojeció como una calabaza encarnada. Y nos miramos después cuando Amando cogió la toalla y sin apenas aire marchó.

Hasta la tarde en la plaza”-, dijo.

Cincuenta años después he recibido la carta de Angelines, una más.

- “Amando cogió el tren ayer hacia el infinito, iba solo con su sombrero negro ladeado y la sonrisa cínica de siempre. Permanezco aquí esperándote“-
Y sí, la historia cuenta lo que sucedió, la poesía …





En clase a veintidós de octubre de dos mil diez





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