02 septiembre 2011

Verano en el Costa Brava

  




Después del gazapo, en la confusión constante entre vientos de esquina de espera y lecturas de nombres que intercambian cartas elegidas al azar, tendremos que establecer un contacto con el más allá para saludar sin miedo a esas palabras incestuosas y dar la confirmación real al laberinto del que se nutren, lo humano. Y espero tu respuesta confusión mía.
   Me recuerda a Eugenio, sanguíneo, joven, que seguramente no juegue al mus, ni se permita soltar un ¡¡Hostias Juan, despierta!!. Este siempre en Nirvana o con la grifa del cocido a cuestas. Era en el Costa Brava, por la tarde.
    Y locuaz ella lo descubre entre las páginas del diccionario. Movió el guante y topó el libro. Juegan los aros uno al lado del otro, mientras el cuello del pijama se aparta para recibir el pelo pícaro donde descansaran traviesas las palabras. De Venus, de carne por dentro y pieles suaves a su alrededor. Bipolares. Extremeña puta de pago, de agenda roja. El cliente se va a la casa de campo como los conejos cameros de la parva de la ria.
   Iluminan los juncos con motivos navideños mientras las ranas se parten de la risa acopladas de tres en tres y todos nos elevamos por encima de las estrellas hasta el fin del universo.




Judimendi dos de diciembre de dos mil diez

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