¿Qué dicen las tardes de diciembre cuando se acuestan, “al caer la tarde“, fatalmente tras la niebla?
Ni se cruzan las miradas, desde siempre lejanas, y aún hoy tras la quietud del alma, una vez cerca, se susurran “voces“ que delatan y suspiros repetidos años tras años. Veintinueve de diciembre era el día de su cumpleaños. Y al irse acostumbran las nostalgias a dormir hasta el siguiente. Solo son unos minutos y unos pasos, aquí y allá flores que esperan, brotar, brotar y consumirse tras la helada.
Durmiendo Santiago y una fecha renovada en el constante olvido.
Judimendi dos de octubre de dos mil diez
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