07 enero 2011

Mariam- Escena 5ª

  Si te digo que han pasado cincuenta y dos años desde que esta nena que contemplas miró a la cámara con ojos de curiosidad, debes creerme...
  Mariam permanece en brazos de su abuela dando la espalda al cadáver de su joven madre que esta siendo amortajada por las monjitas de clausura del Convento de Santa Isabel. No ha llorado nunca y es hoy que ante cualquier acontecer cotidiano o extraordinario, cualquiera te digo, sigue mirando así,... con curiosidad. Ha vivido casi toda su vida y día a día con la misma mirada, mirada... de curiosidad.     
  Ha parido seis hijos. Al tercero cuando la comadrona lo depositó a su lado en el lecho no quiso mirarlo, apenas débilmente preguntó : ¿Es niña?. Pasados tres días la miro...con curiosidad, apartó la toquilla blanca que le envolvía y miró su sexo. “Otro niño...”, y le besó las rodillas sonriendo. Mariam sonrió siempre poco. Cuando casó a su quinto hijo no quitó la vista de la más pequeña ni un instante, la tuvo sentada en su regazo toda la velada, le dio de comer miguitas de pastel de manzana con sus dedos blancos y afilados amorosamente. Te digo, créeme, que ese fin de semana en el cementerio del pueblo Mariam no lloró ni siquiera cuando bajaron el ataúd blanco a la fosa de tierra húmeda donde dormiría hasta la eternidad su pequeña del alma. Miraba el ciprés con ojos ...de curiosidad.
  Hoy martes de un mes frío de febrero permanece sentada tras el velador de su casa esperando. Mira afuera...con curiosidad. Cuando el esposo atraviesa la verja la reconoce y sonríe. Sus hijos detrás miran el seto. Le acompañó a la alcoba y le ayudó a quitarse su abrigo gris amorosamente.
  Meses más tarde, te digo, la vi sola en el parque sentada en un banco de madera verde, y créeme, en la falda negra resbalaban lágrimas, y al mirarla vi sus ojos negros como dos montones de carbón mojado que miraban fijos...con curiosidad. He contemplado de nuevo la fotografía de Mariam largamente, con tiempo, la he retirado del álbum y mientras la recortaba he visto que sonreía y me miraba...con curiosidad.

                                                                     Vitoria en marzo de dos mil diez

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